viernes, 11 de julio de 2008

Of. Carmelita – Hora inter.

HORA INTERMEDIA

Himnos y salmodia complementaria para: Tercia, Sexta y Nona

(Si la solemnidad cae en domingo, salmos del domingo de la semana I)

A) Tercia

Himno

I

Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.

Nos señalaste un trozo de la viña
Y nos dijiste:”Venid y trabajad”

Nos mostraste una mesa vacía
Y nos dijiste “Llenadla de pan”

Nos presentaste un campo de batalla
Y nos dijiste: “Construid la paz”.

Nos sacaste al desierto con el alba
Y nos dijiste;”Levantad la ciudad”.

Pusiste una herramienta en nuestras manos
Y nos dijiste: “Es tiempo de crear”.

Escucha, a la mañana, el rumor del trabajo
Con que el hombre se afana en tu heredad.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo, Por los siglos. Amen.

II

El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
Y al Espíritu Santo.

Esta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
Y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Esta es la fuerza
que pone en pie la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre,
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

SALMODIA

Ant. 1 Llame al Señor, y el me respondió

Salmo 119

En mi aflicción llamé al Señor,
y El me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: "Paz",
ellos dicen: "Guerra".

Ant. 1 Llame al Señor, y el me respondió

Ant. 2 El Señor guarde tus entradas y salidas

Salmo 120

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te aguarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Ant. 2 El Señor guarde tus entradas y salidas

Ant. 3 Me he alegrado por lo que me dijeron

Salmo 121

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Ant. 3 Me he alegrado por lo que me dijeron


B SEXTA

HIMNO

I

Te esta cantando el martillo
Y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a medio día,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!

Quien diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan donde,
que Dios esta-sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amen.

II

Este mundo del hombre, en que el se afana
tras la felicidad que tanto ansia,
tu lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de su presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmaran nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amen

SALMODIA

Ant. 1 Tú, que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Salmo 122

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Ant. 1 Tú, que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Ant. 2 Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Salmo 123

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa a sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Ant. 2 Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Ant. 3 El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

Salmo 124

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Ant. 3 El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

C) NONA

HIMNO

I

Fuerza tenaz, firmeza de las cosas,
inmóvil en ti mismo;
origen de la luz, eje del mundo
y norma de su giro:

Concédenos tu luz en una tarde
sin muerte ni castigo,
la luz que se prolonga tras la muerte
y dura por los siglos. Amen.

II

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos, Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amen.

SALMODIA

Ant. 1 El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegre.

Salmo 125

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos".
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes de Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Ant. 1 El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegre.

Ant. 2 El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126


Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Ant. 2 El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Ant. 3 Dichoso el que teme al Señor.

Salmo 127

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Ant. 3 Dichoso el que teme al Señor.

Cuando una solemnidad cae en domingo, en la Hora intermedia,
los salmos se toman del domingo primero del Salterio.

Salmo 117

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
El es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
"la diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa".

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo hecho,
ha sido un milagro patente.

Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, El nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

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